Un caleidoscopio cultural: la biblioteca nicolaita
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Parte II
por Adriana Pineda
La Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo cuanta con una rica Hemeroteca de acceso abierto a todo público. La Universidad dispuso de equipo de cómputo desde principios de la década de 1990, pero sólo años más tarde fue posible la modernización digital de la Hemeroteca. El arribo de las computadoras tardó en llegar, así es que a todos aquellos que consultamos sus fondos en su periodo saltimbanqui, nos tocó peregrinar con inventarios muy elementales. Olvidémonos de que el material hubiera estuviera organizado alfabética o temáticamente, es que no había siquiera catálogo general o un índice básico de contenidos. A ello agreguemos la dispersión física de los fondos, el embrollo para localizarlos –y ni se diga si se trabajaba con las misceláneas– y el brete para localizar un ejemplar preciso, porque todos estaban apilados, en legajos amarraditos con lazos, con una elemental referencia en la cartulina que servía de portada a cada uno. Pero a pesar de las complicaciones para su consulta y de las presiones de elaborar, en mi caso en aquel entonces, una tesis sobre el legado periodístico de Mariano de Jesús Torres, el trabajo con estos fondos se convirtió en un reto que, con el tiempo, se volvió mi línea de investigación.
La Hemeroteca Pública se encontraba alojada entonces en el patio de una casona en la calle León Guzmán, en el centro histórico de Morelia –local rentado por la Universidad y adecuado como sala de consulta. Ahí fui testigo del asiduo empeño con el que don Xavier Tavera Alfaro (1925-2015), cronista de la ciudad, llegaba a trabajar por las tardes. En él reconozco mis mejores lecciones de disciplina como historiadora: el doctor Talavera no claudicaba, no se quejaba, no tenía ayudantes de investigación, no llevaba equipo de cómputo. Se le veía siempre inmerso en la consulta de periódicos. Pingo Torres –mote que le dieron sus contemporáneos– fue el mejor aliciente que pude tener para adentrarme en el trabajo histórico con la prensa periódica. Así, con su ejemplo, la hemeroteca se convirtió en mi espacio de investigación y en mi reto como historiadora.
En la Hemeroteca Pública encontré una línea de investigación sobre la que tracé rutas y proyectos para su estudio y rescate. A la vuelta de más de más de tres décadas me dediqué de lleno a ello. Entre los reclamos de mi hijo mayor está el "¿por qué un niño de siete años tenía que saber qué era una hemeroteca?"; dibujaba su infancia acompañándome por las tardes a esas casas que olían a polvo. Él quería una "mamá normal", no la mamá que le contaba que la emulsión Scott (lo más parecido al multivitamínico del pediatra) se anunciaba con tiburones en 1880, en uno de esos periódicos que me entretenían. Ciertamente, la hemeroteca no era un lugar para niños. Por ello, ahora la custodiamos en el Centro Documental Universitario, en un piso propio, con una sala de lectura y espacios dignos para sus fondos –en donde se monitorean temperatura y humedad para las colecciones antiguas.
En 2010, en la coyuntura de la celebración de la independencia y revolución, se logró un financiamiento importante para la preservación del acervo hemerográfico. El Archivo Histórico preparó un proyecto que puso por delante la documentación que resguardaba sobre el cura, de su paso por San Nicolás; también de una colección del Diario de México (1805-1813), en cuyas páginas escribió el obispo de Michoacán Abad y Queipo y argumentó en favor de la excomunión de Hidalgo. El proyecto habló de esos documentos y de muchos otros que resguardados en la Hemeroteca, testimonios de ese universo diverso y cambiante –un auténtico caleidoscopio–, que fue el proceso de creación del Estado mexicano. El proyecto solicitó la construcción de un edificio que se destinara para ser el repositorio documental nicolita. Y como diríamos en mi pueblo, nos sacamos la rifa: con presupuesto federal, se financió la construcción de lo que es hoy nuestro Centro Documental Universitario. No sé de dónde ni cómo, pero deberán surgir más Quijotes todavía, porque hay que seguir encuadernando y restaurando algunos materiales, y llevar adelante proyectos de digitalización del material. Siguen pendientes el diccionario de periódicos y periodistas michoacanos, los catálogos de nombres, seudónimos o anagramas en la prensa moreliana. Pero a pesar de lo que falta, es una gran satisfacción personal ver hoy a la hemeroteca con un acervo ordenado y en anaqueles, algunos fondos ya clasificados y algunos volúmenes restaurados o microfilmados. Labor muy importante para la Historia, que me ha permitido, además, trabajar para mi universidad, conocer a grandes investigadores y hacer muchos amigos.
Trabajadores del Centro Documental y usuarios debemos continuar la tarea de dar sentido a lo que somos y poseemos: nuestra memoria de papel seguirá requiriendo voces interpretativas de estudiantes y colegas. Pero el primer paso esta dado: haber contribuido al rescate de la hemerografía michoacana.
Catálogo de la Hemeroteca Pública Universitaria de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo: Fondo antiguo y Fondo contemporáneo
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Parte II por Adriana Pineda La Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo cuanta con una rica Hemeroteca de acceso abierto a todo público. La Universidad dispuso de equipo de cómputo desde principios de la década de 1990, pero sólo años más tarde fue posible la modernización digital de la Hemeroteca.
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- UUID
- b6801895-301c-41b4-b0f8-51c7424e5dfa
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- URL
- https://blogatarraya.com/2024/08/29/un-caleidoscopio-cultural-la-biblioteca-nicolaita-2/
Dates
- Issued
-
2024-08-29T17:11:00
- Updated
-
2025-04-21T12:33:13